Vicente Berdusán, el espiritualismo
El Palacio de Sástago de la Diputación de Zaragoza recupera la pintura barroca de un artista Aragonés atribuido a Navarra, Vicente Berdusán, con la exposición de treinta y seis de sus obras. El trabajo de búsqueda llevado a cabo por Juan Carlos Lozano, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, permitió resaltar raíces aragonesas en la obra del artista. El carácter excepcional de la exposición se encuentra en las quince obras que no han sido expuestas nunca, y en otras vente y uno especialmente restauradas.
Vicente Berdusán nació en Ejea de los Caballeros (Zaragoza), en 1632, y se fue a Tudela para vivir con su tío arquitecto y escultor, Juan de Gurrea, después de la muerte de sus padres. Si se desconoce los aspectos de su formación artística, su obra está puntuada por distintos periodos que sin embargo, ponen de relieve la constante huella religiosa y la fascinación por la exaltación teatral.
La década de los años sesenta es la de la definición de su estilo. El abandono del claroscuro plantea el color como protagonista de una atmósfera luminosa con efectos lumínicos y con un cromatismo vivo y variado. Si en los años setenta el artista está en la cumbre de su madurez artística, se destaca los trabajos realizados por los condes de Atarés en la capilla de San Martín de Tours de la catedral como la Claridad de San Martín y la Muerte de San Martín. La escenificación se refleja de manera enfática en la representación de San Francisco de Asís en oración, obra colgada en la iglesia del convento de Capuchinas. La década de los ochenta es la de una proliferación artística dado el número de los encargos esencialmente dirigidos para retablos a comitentes particulares. El San Miguel combatiendo al demonio del retablo de la Virgen del Pilar de la iglesia parroquial de Magallón, se destaca por un acento casi fantástico con la figura del demonio, al mismo tiempo que el velo de San Miguel subraya en un movimiento de círculo la victoria de la eternidad.
Sus obras manifiestan la influencia de la perfección flamenca de Rubens y de Van Dyck, al mismo tiempo que los colores, la luz y el empaque hacen parte de la generación del “pleno barroco madrileño” que ocupa el último tercio del XVII. Por tanto, pinta los temas relogiosos conformes a la época: vida de la Virgen y de Cristo, milagros, éxtasis, apoteosis y predicaciones. La pintura del maestro que fue el artista aragonés más importante del siglo XVII junto a Jusepe Martínez, se hincha de una dimensión teatral que completa una visión espiritual y religiosa, con personajes-actores y con un fundo siempre marcado por la arquitectura teatral.
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