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"Plus on va loin plus on trouve d'endroits où aller encore plus loin"

"Plus on va loin plus on trouve d'endroits où aller encore plus loin"

Reportaje:Bernard Plossu

  

  El Palacio de Montemuzo presenta obras del francés Bernard Plossu, gran figura de la fotografía actual y viajero insaciable que supo atrapar la infinidad de la carretera en su cámara. Bajo el título “ Desiertos”, la exposición nos lleva desde una Andalucía indómita hasta las entrañas negras del Nigeria, sin olvidar el pedazo de sueño americano del Nuevo México.

 Lejos de la fotorreportaje, Bernard Plossu impone una visión espiritual de la naturaleza que cabe descifrar. Criptograma y mística, esa naturaleza que se encuentra en la relación entre el Hombre y el Cosmos está traducida en la fotografía por un contraste entre la majestad del paisaje y lo infinitesimal humano. Alejándose de lo pintoresco, la foto ya no existe en su perfección artística sino que pertenece al viaje, a la casualidad, al encuentro: él del hombre con la natura. De espada, silueta o sin rostro, ese hombre se escenifica como ser neblinoso, condenado a hallarse eternamente extraño: ya no es protagonista de la mirada, sino un ser que pasa y desaparece ante la atemporalidad de la naturaleza ilustrada por la fijidad de la foto. Efímero, el hombre introduce el movimiento en la imagen al mismo tiempo que deja la huella de la artificialidad a través de la ciudad andaluza (Almería) o de torres de hormigón construidas en la montaña. De la naturaleza salvaje y intocable del Cabo de Gata, Plossu nos revela poco a poco el trabajo de la mano del hombre con la aparición de una naturaleza arquitectural a la cual se enfrenta la potencia irracional y dramática del cielo. 

La primera serie de fotos rompe los códigos clásicos de nuestras expectativas que establecen la correspondencia entre la inmensidad de la natura y el tamaño de la fotografía. Por tanto se exponen fotografías en blanco y negro de pequeño formato que consiguen aglutinar los contrastes y sugerir las variaciones de los grises, sin acusar los contrastes, para que se cree un diálogo suave entre los varios tonos. Ese arte del detalle y del contorno metamorfosea lo espectacular a lo íntimo.

Sin embargo, el formato mayor de otras fotografías introduce un sentido de la composición que juega con dos planes y con una línea de fuga que es el horizonte lejano. La montaña surca el aire como la fotografía, y presente en cada imagen, parece eternal y infinita: no hay anécdota sino una visión rodeada de luz y de misterio que busca en el observador la sensación de grandeza y de vacilación entre lo real y lo quimérico.   

Y el viaje se hace conocimiento de si mismo...

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