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Ricardo Vazquez Prada

"CORTAR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN AL PERIODISTA ES COMO QUITARLE EL OXIGENO" 

Durante 37 años ha trabajado como periodista en el Heraldo de Aragón, uno de los más importantes periódicos de toda España. ¿Cómo llegó hasta aquí?
Cuando llegué a Zaragoza estaba haciendo el servicio militar. Tenía una licenciatura de Derecho pero quería ser periodista. Me fui a ver al director de entonces, Antonio, que conocía a mi tío Ricardo, director del periódico La Región de Oviedo. Me hizo una prueba y parece que le pasé porque me quedé durante casi 40 años. Hice de todo en el periódico: deportes, jefe de nacional, de internacional, de documentación, de opinión, editorialista... Desde 1980 hasta 2003 calculo que publiqué más de 4000 editoriales.
Entonces trabajaba de periodista bajo el franquismo...
Efectivamente. De un punto de vista de la libertad de expresión era espantoso. Las condiciones en las que teníamos que trabajar los periodistas eran infames. Sin embargo, el Heraldo era un periódico de un director liberal, Antonio Monpeón Motos. Él nos dejaba expresarnos y defendía a sus redactores.
¿Significa que ya se puso en peligro para expresar sus ideas?
A raíz de una serie de reportajes en torno a la central nuclear Ascó, estuve a punto de perder el carné de periodista. Y también tuve una multa de 250000 pesetas- lo que correspondía a lo que ganaba en un año- por haber escrito un artículo que se titulaba "El triste oficio defensor", crítica feroz de la censura que se hacía en el cine. Para mí, censurar películas de Buñuel o de Borau fue como recortar "El Quijote". En ambos casos, la ayuda de Antonio fue maravillosa porque no se asustó y me defendió.
Esa confianza que tuvo con este director, ya no la ha tenido con el cambio de directores...
En 2002 el cambio fue radical. Mientras que Antonio no me quitó jamás una coma, el nuevo director, Guillermo Fatás, me prohibió escribir de dos temas. El primero fue el Pirineo. Yo estaba en contra de la construcción de una estación de esquí, Izas, que pertenece a Formigal. Era uno de los proyectos más horribles contra la naturaleza, y no planteaba ninguna visión del futuro, dado que hoy no hay ni una gota de nieve. Ya que se generaron presiones por parte de Ibercaja, Guillermo Fatás me prohibió escribir una línea más sobre todo el Pirineo. Fue un golpe tremendo para mí porque lo peor que puede ocurrir a un periodista es que le corten la libertad de expresión, es como quitarle el oxígeno. La segunda prohibición fue más dura aún. Atendía a la guerra de Irak, que consideraba yo una caída en el caos. Teníamos razón los periodistas y los que manifestaron.
A partir de eso, hubo esa jubilación precipitada...
Tuve un acuerdo con la empresa que se portó muy bien. Ahora estoy jubilado anticipado y me pagan cada mes.
Entonces, ¿qué pasa hoy con el periodismo? ¿Está atravesando una crisis?
Sí, hoy el problema consiste en que los periódicos pertenecen a empresas que condicionan la libertad de información, ¡antes estaba Franco! Mi teoría en la vida es la lucha permanente. Esté donde esté y trabaje para quien trabaje, el periodista tiene que estar comprometido con la libertad de expresión, que significa también la libertad de información. Esa libertad que es el patrimonio personal del periodista es también el patrimonio de todo el pueblo, su derecho de obtener una información libre, verdadera, independiente.
¿Para seguir esa lucha permanente, ha tenido un referente que le ha guiado a lo largo de esos años?
Mi referente ha sido siempre el escritor y periodista francés Albert Camus. Su compromiso en la Resistencia contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial a través del periódico "Le Combat", refleja el riesgo que uno emprende para defender lo que considera justo. Socialdemócrata, preocupado también por la libertad, ateo, estoy cien por cien de acuerdo con su ideología que se desprende también del comunismo y del patriotismo.

 
Hablando de literatura, desde que se jubiló se dedica integralmente a la escritura... ¿se rompió la dialéctica entre el lenguaje del periodista y el lenguaje del escritor?
El fundo es igual aunque la intensidad sea distinta. En el periodismo la ley fundamental del tiempo frustra tu escritura al mismo tiempo que te enseña mucho. Mientras que cuando escribes literatura, no hay tiempo.
"Los inocentes de Ginel", una de su más importante novela, trata de la guerra civil española. ¿Por qué se interesa tanto por la Guerra Civil española?
Yo nací en 1942 en Barcelona. De niño percibía un ambiente de tristeza que entendí más tarde como consecuencia de la guerra civil, de lo que fue una matanza entre hermanos. Tenía esa novela escrita desde que nací, y al encontrar testimonios desgarradores y auténticos, lo plasmé en la escritura. Todo escritor español tiene que contar la guerra civil española.
Uno de sus más importantes testimonios fue el de una vecina...
En el año 1973 mi vecina de 82 años llama a muy puerta con mucha humildad y me dice "Mire Don Ricardo, le traigo unas memorias que he escrito de mi vida. Me dirá lo que le parece". Yo pensé que eran memorias típicas de mujer casada pero me encontré con un diario sobre la guerra civil y la historia de su padre que representa toda la salvajada absurda de esa matanza. Él era el carpintero del pueblo, un hombre como cualquier otro, no tenía ninguna ideología, iba a misas... De repente lo acusan de tener armas lo que era falso, lo detienen y lo matan.
¿Hoy se olvida mucho la Guerra Civil?
Al contrario, está por todas partes. Para escribir "Los inocentes de Ginel", recogí los pueblos alrededor de Belchite. Me metía en los pueblos, hablaba con la gente y si rascaba, salía la Guerra civil. Se podrían hacer miles de novelas a partir de esos testimonios. Yo he dado mi versión de la guerra y mi conclusión es que fue lo más horrible, lo más espantoso, y que la culpa la tuvieron los generales que se levantaron contra la Segunda República Española, un poder legítimo.
¿Tiene un libro en mente?
Estoy escribiendo una novela sobre los Sitios de Zaragoza desde el punto de vista francés. Se trata de un soldado francés que llega a Zaragoza para intervenir en el segundo sitio. Tiene ideas napoleónicas, de libertad y de progreso, pero se enfrenta a la realidad de la guerra y a sus muertos, lo que provoca el desengaño. Esa novela se parece a "Los inocentes de Ginel" porque mueren muchos inocentes, niños, ancianos... ¡Hubo 56000 muertos!
Su otra afición son los toros, mundo difícil para los periodistas...
De hecho no entras nunca en este mundo porque es una congregación de gente que se ha puesto delante del toro. Te van admitiendo poco a poco y lo aprovechas para observar y escuchar. Es un mundo lleno de historias apasionantes de las cuales me inspiré para escribir "Tres de cuadrilla".                 

¿Historias apasionantes? ¿Puede contarme una anécdota?
Los toreros son muy supersticiosos. Se visten por abajo, las zapatillas les tienes que poner el mozo de espadas, no se puede poner un sombrero por encima de la cama... De hecho, desde que "El Cordobés" casi se mató cogiendo un ascensor que descayó, los matadores cogían el ascensor para subir pero siempre bajaban por las escaleras.
¿Y el Innombrable? ¿Me puede decir quién era?
Dios, ¡no! ¡Nos llevaría mala suerte! Mientras estaba comiendo con el gran fotógrafo Canito, que es para mí un gran amigo, se le escapa el nombre del Innombrable. Se queda pálido mientras que yo no creía a esas historias. Más tarde, fuimos a ver los toros, Canito estaba en callejón y yo en barrera; de repente sale el toro y ¡salta hacía mi! Estuvo a punto de matarme, tuve el susto de mi vida.
Es músico también...
Sí, toco guitarra y piano pero de "amateur", porque la música es como las matemáticas, es un razonamiento abstracto y yo en la escuela ¡era nulo en matemáticas! Uno de los mejores momentos musicales fue cuando toqué en la sala Oasis durante un homenaje a Brassens con Javier Khrale, Labordeta, Joaquín Carbonell. Habíamos puesto cerca de veinte vasos de wisky por encima del piano, y ¡lo bebíamos a cada fin de canción!
¿Y cantó Brassens para seducir a su mujer francesa?
(risa) En realidad la encontré en el año 1968 en Estrasburgo cuando me fui allí para estudiar derecho. Me acuerdo que como no teníamos dinero, vivíamos en una pequeña habitación, compartíamos una pequeñita tarta de fresa en dos y estábamos los más felices del mundo. No sé cómo me ha aguantado durante todos esos años porque con el periodismo, es muy difícil conjugar ambas cosas.
Francés, catalán... ¿de dónde es?
Soy un híbrido: soy asturiano, y algo de aragonés porque vivo aquí desde 40 anos. ¿Quién soy? Un español. La derecha comete un error en pensar que existe una sola España. Lo que hay es un mestizaje. 

2 comentarios

lolo -

Este hombre es bastante funsamentaliste y de informaciones bastante sesgadas. En el toro hizo bastante mal.

Andrés Ojuel -

Lo de que a Ricardo Vázquez le prohibieron escribir sobre el Pirineo y sobre Irak suena bien, pero no parece cierto. Vázquez escribió sobre esas cosas en Heraldo incluso después de jubilarse. Contra Espelunciecha escribieron en el Heraldo firmas famosas, como Eduardo Martínez de Pisón, y varias veces. Se puede consultar gratis la colección del Heraldo, en la hemeroteca municipal de la calle de Santiago. Allí hay un artículo de Vázquez llamando “salvajada” y “barbarie” a las obras de Espelunciecha el día de Nochebuena de 2004, cuando ya llevaba más de un año jubilado. El de Pisón es del 21 de mayo anterior, buenísimo, por cierto, mucho mejor de estilo que los de Vázquez. De la guerra de Irak, hay otro de Vázquez Prada en febrero de 2003 en donde le echa la culpa... ¡al rey!, pero es evidente que se lo dejaron publicar, aunque demuestra que no entiende la Constitución. Venía a decir que el Rey tenía que negarse a declarar la guerra. Pero se le pasaba que, primero, tenían que declararla las Cortes, lo que nunca sucedió. O sea, que cero en Derecho. Y nadie le censuró esa memez tan gorda. Después de ese, hay bastantes más sobre Irak. Entre febrero de 2003 y las fiestas del Pilar de 2004, cuando ya se había marchado del Heraldo, una docena. El último que he apuntado es del 11 de octubre de 2004 y pone verdes a Aznar y a Rajoy y dice que Sadam no tenía armas masivas, etc. O sea, que no entiendo eso de que Fatás lo censuraba, ni con lo del Pirineo, ni con lo de Irak. Este año, Heraldo y Aramón (o sea, Ibercaja) han tenido otra agarrada pública con el asunto de Blecua y unos suelos de Barbastro y Blecua ha tenido que dimitir por esas informaciones. Todo eso está ahí para el que quiera verlo.