Soledad
Recuerdo un cuento inglés que contaba la ordinaria vida de Mister X, de sus ordinarios hijos, de su ordinario trabajo y de su ordinaria casa. Recuerdo también que el personaje de Duras tenía siempre que inventarse un amante para no caer en esta ordinaira y burgesa vida y recuerdo que Beckett les quitó a sus personajes el lenguaje para encerrarles en un círculo símbolico y escenicamente real (spacial y temporal), el mudismo, la soledad, mientras el rey bufón de Ionesco se reía a carcajadas para hacerse humano, para rechazar la soledad que le exibía la muerte.
La soledad.
A los héroes de Malraux y de Hemingway, les da igual la soledad, porque dieron un nuevo sentido a su vida con la actuación, la fé política, la lucha obsesiva. Pero por mucho que Ferdinand viaje hasta el fin de la noche, por África y por el mundo entero, la soledad se hace tan espesa que la noche que le rodea. La "cosifiación" del hombre, la Nada, el volver a casa, cada noche, y emborracharse, cada noche, como el Señor Bukowsky o contemplar el techo de su soledad desde su cama, y empezar otra vez el círculo repetitvo de lo diairo, como una comedia, Perec pregunta "cómo se utiliza la vida?", y Ionesco encontró la última salida: reirse para quitarle a la soledad su dramatismo.
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alberto -